Un día en Cozumel: snorkel, risas y buena comida
Hoy os contamos cómo fue uno de los días más especiales de nuestra última escapada con el grupo: una excursión de un día desde Playa del Carmen a la isla de Cozumel. Si estás pensando en hacerla, ya te avisamos… ¡Te vas a enamorar del sitio!
Quedamos bien temprano por la mañana en el muelle de Playa del Carmen. Con el grupo ya reunido, tomamos el ferry hacia Cozumel. El trayecto dura unos 40-45 minutos, y ya desde el barco las vistas del mar son espectaculares. El agua tiene ese color turquesa que parece irreal. Entre risas, cafés, se nos pasó volando.
Al llegar, nos esperaba nuestro guía local, que nos ayudó con el equipo de snorkel y nos llevó a una lancha para salir a los arrecifes. Algunos del grupo ya habían hecho snorkel antes, pero para otros era la primera vez, así que empezamos con una pequeña explicación: cómo usar la máscara, cómo moverse en el agua, y sobre todo, cómo respetar el entorno.
Una vez en el agua… simplemente alucinante. El arrecife de Cozumel forma parte del segundo más grande del mundo, y la vida marina que hay es increíble. Peces de colores, corales de formas que parecen sacadas de otro planeta, bancos de peces nadando a tu lado, e incluso vimos una tortuga marina. Estábamos todos como niños, señalando cosas bajo el agua y compartiendo lo que veíamos en cuanto sacábamos la cabeza.
David llevaba la cámara acuática y no paró de hacer fotos. Yo pude nadar junto a una tortuga que se nos acercó. El grupo disfruto un montón ya la experiencia fue increíble.
Después del snorkel y de tanto nadar, ya teníamos todos un hambre tremenda. Fuimos andando al restaurante donde solemos llevar a los grupos, un sitio pequeño y muy auténtico, con comida casera y vistas al mar. Es el típico lugar que no parece gran cosa desde fuera, pero una vez que pruebas la comida… ¡Te quieres quedar a vivir allí!
El menú fue variado: algunos pidieron pescado fresco, otros tacos (¡los de pollo al chipotle triunfaron!), y no faltó el guacamole ni las aguas frescas. Todo riquísimo y preparado al momento. Comimos tranquilamente, comentando lo que habíamos visto en el mar, compartiendo fotos y disfrutando del ambiente relajado de la isla.
Después de comer tuvimos algo de tiempo libre. Algunos aprovecharon para comprar algún recuerdo, otros se sentaron a tomar un café frente al mar, y hubo quien simplemente se tumbó a descansar un rato al sol. La isla tiene un ritmo muy tranquilo que se contagia.
Volvimos al ferry por la tarde, algo cansados pero con la sensación de haber vivido un día muy especial. De esos en los que todo fluye: buena compañía, naturaleza impresionante y momentos que se quedan grabados.
Nos encanta organizar este tipo de salidas con los grupos, porque cada vez es diferente. Siempre hay algo nuevo que ver, una conversación divertida en la lancha, o alguien que se sorprende al ver por primera vez un pez tropical a un palmo de distancia.
Cozumel nunca falla.
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